Poema-del-Hombre, ¡muestra tu escuadra antes de cortarme!
Ofrecerte, aforismo,
ofrecerte para que seas la diana en la pesadilla de mi ofrecimiento.
Pesadilla, vengo a otorgarte un manto, un muñeco, un cimarrón
ensillado.
Poema-del-Hombre, muestra tu escarapela antes de enfundarme en tu bolsa plástica.
En este país, ¿a quién
le interesaría un libro sobre Managua? A nadie. La gente está
muy ocupada en recordar The Beatles, industria-uruguaya. ¡Dentro de
la cultura nacional, Todo! ¡Fuera de la cultura nacional, Nada!
Hay escritores
escribiendo para sus familias, o para sus groupies; otros escriben
porque no pueden costear un psicoterapeuta. Otros porque sí. El
artista “florecería cuando está acorralado”, según Felipe Polleri. Nonsense. O Bullshit. ¿Y el psicópata?
¿El “oligarca puto”? Quizá la oligarquía es un arte del cual no estoy enterado. Bien, te acorralan en uno de los Baños de
tu liceo, y enfrentas a dos gordos bullying que están a punto de
convertirte en su querida por el resto del año: ¡amiguito, alégrate! ¡En el futuro serás
un artista!
Debería estar prohibido
para el escritor discutir sobre un amigo. De amigos discute
cualquiera. De Beckett pueden hablar todas las muletas. ¡Y qué
preso no conoce en detalle a Carlos Montenegro! ¡Pero ten las pelotas de
discutir sobre el que temes! Hazme el favor de pensar sobre quien no entiendes, de utilizar la obra deslustrada. Escribir otra vez sobre lo que uno entiende ya demasiado bien: ¿cuál sería el mérito allí? Equivaldría a que un Tigran Petrosian repasase las tablas.
Hazme el favor de no empatar conmigo.
El sentido común dice
que hablar sobre mala literatura es en un primer sentido darle
legitimidad -porque, a pesar de ser “mala”, merece nuestro
arcabuzazo-. El sentido común también dice que no existe mala
publicidad. El sentido común también dice que con la indiferencia
es como mejor entierras al que temes. Tres strikes.
Lo que no dice el sentido
común, ese adorable peinado-a-fijador del hincha, es: cuál de los tres
sentidos comunes utilizamos en un caso particular. El hincha es el
totalitario de las masas. Juega a hacer política dentro de los
pantalones de la policía.
Hermano Jacques, tú eres
el policía. Por favor: lean todo Ranciére. Sólo léanlo.
Se pregunta Terry
Eagleton, en La idea de cultura:
cuál sería hoy el efecto observado en una sociedad que careciese de
la cultura del deporte profesional.
Recientemente, en una discusión de salón con un profesor universitario nica, al citarle yo un autor incómodo para él, me respondió: "qué aburrido, citar y parasitar a otros". Con lo cual asumo que me quería decir que era un desmérito sentarse en los hombros de los gigantes y que, por supuesto, era evidente que yo no poseía ideas propias. Amigos: esos son los profesores universitarios nicas.
Como hablé de hinchas, debo revelarles que podría
escribir todo un libro sólo sobre Beckett. Por suerte Beckett
no necesita más libros acerca de él. Beckett debe ser la prostituta más utilizada y estudiada para escribir sobre uno mismo. Lo que necesita Beckett son nuevos
escritores a quien temer.
Voy en busca de esos matones.
Beckett no me teme.
Matones, ¡voy por ustedes!
La masa del Geat Unread.
¿Quieres que te diga un secreto?: bien, tienes que ir a la calle
Tristán Narvaja en Montevideo, tienes que caminar hasta la
intersección de la calle Paysandú, allí unos árboles de manos
nudosas se vuelcan sobre la luz de la intersección, tapándola por
vergüenza [estará en la cadera de la calle la esquina de la
Facultad de Psicología, y a los árboles les da vergüenza la madre,
el placer, el desierto de lo Real]; avanzarás por Narvaja hasta
encontrar la Librería Cooperativa del Cordón, que no es más que un
corredor sucio tapizado de libreros y que se ensancha, agalponado, al fondo; recorrerás este corredor, bien,
ya estás dentro de la librería. No se pueden ingresar bolsos, a
menos que seas yo, u otro parroquiano del lugar. Avanzarás hasta el
fondo de la librería, y en la esquina más profunda, a tu izquierda, en
el último y penúltimo librero, vas a encontrar el más grande
cementerio uruguayo del Great Unread. Ésta es la cultura nacional.
¡Ludovica Squirru, muéstrame tus tetitas!
¿A dónde van los libros
del Great Unread cuando mueren?
Hoy estoy bien en mi
nicho. Pero, ¿sabes?, a veces extraño el ser de alguna
“cultura nacional”. ¿Tics de totalitarismos viejos? En el país
donde yo me encuentro no existe el deporte.
La nación te incluirá
cuando ya no le preocupes. Hoy estás bien en tu nicho, escribiendo y
desmantelando todo libro. Mañana serás sólo la curvatura de un
horizonte, indistinguible entre las piedras.
No digo como el poeta madrileño Rubén Darío, en "Lo fatal": no saber a dónde vamos, ni de dónde venimos. Sé perfectamente que provengo del Great Unread, y hacia éste regresaré. Hermano Heraldo, toca mis alforjas y dime si me delatan.
Me diferencio de las vedettongas literarias por el hecho de que sé de mi Great Unread. Los genes de la muerte es mejor conocerlos rápido.
Hermano Jacques, acompáñame. Librería
Cooperativa del Cordón, ¡allá voy!
No hay comentarios:
Publicar un comentario