jueves, 26 de diciembre de 2013

Ahoraquimismo, 1

Gente que piensa que es un mérito el sólo leer ficción, y que cualquier cosa "extraliteraria" no importa. Sí, lo dijo Onetti, que era un gran artista, pero un pésimo pensador.

Ha pasado un poco de agua bajo el puente, no sé si lo sabías. Ya en ese momento, los puentes estaban derrumbados.

Gente que traga libros de ficción como traga un glotón lo que le pongan en su plato. Hermano glotón, no sólo sirve pensar la calidad de un plato de tallarines, también sirve pensar el concepto de comida, quién la sirve, y en qué se transforma cuando la defecamos en el inodoro.

Gente que todavía piensa en formulitas para "escribir bien": 1.- hay que hacer esto, 2.- hay que hacer esto otro, 3.- nunca hagas esto, 4.- nunca hagas esto otro. Ningún método tiene el monopolio de una excelente escritura. Sin embargo, la suma de una incapacidad autocrítica y un desconocimiento de la historia de la literatura, esta suma tiene todos los números de la mediocridad y la estupidez reservados.

Mirá que no es un mérito el no salir nunca del mundo de la ficción para reflexionar sobre ella. Como no es un mérito simplemente el cocinar o el comer.

Gente que se hace hincha de Borges, de Bolaño, de hombres, de cuadros. Imbéciles. Si vas a ser hincha o barra brava, que sea de una idea, de un problema, de unas matemáticas, de una apertura de ajedrez. ¡Bocones! ¡Al paredón del texto!

Gente que confunde autoridad artística con coherencia intelectual o con valores de verdad.

Gente que confunde arte con endorfinas.

Hermano, hay una cosa llamada razón, y otra distinta llamada apetito.

¡Glándula péndula! ¡Golpéame, rosca púbica y valla acerada donde me tragas! ¡Glándula péndula!

Microwave

Sin esperanza de conseguir libros nuevos de Centroamérica. Qué se estará escribiendo en Costa Rica. O en Panamá. ¿Ya habrán obras maestras? ¿O sólo obritas cuyo autobombo y cuyo nauseoso y repugnante deseo por mostrar "lo local" se convierte en la mejor vacuna contra la autocrítica por parte del escritor?

Quizá en el gremio necesitan alicientes. No te gusta trabajar, eh, fanfarrón de cuarta, prosista que escribe como los guerreros tienen disentería. Pero bien que te gusta aparecer mencionado en cuanto blog pedorro, en cuanta cadena de comentario de facebook hay en la vuelta. Y cuando "alguien te mencionó" en un comentario, ¡cómo brillan esos músculos flexionados sobre las pelucas del ego!

El ego es mi peluca. ¡Y qué trenzas, señoras!

Pero qué se estará escribiendo por allá. Cómo leer libros nuevos, si sos un escritor palmadísimo, temporalmente sin trabajo formal, sin tarjetas de crédito, sin bitcoins, sin ganas de venderle el alma al diablo por una cuentita en abebooks. El exilio es terrible. Repito: El exilio es terrible.

Pirateás a como podés. Tengo cuatro mil libros en .pdf, y seis mil libros en .azw, y no te sirven para nada, porque no tenés e-book, ni teléfono celular. Ey, ni siquiera tenés televisión. ¿Gran cosa esto de no tener televisión? Bueno, dicen que gracias a la televisión es que se descubrió América. Y qué es la televisión en la corte de Carlos V sino unos papeles garabateados por un monje copista. Ya no hay copistas en Centroamérica. Si tan sólo me enviases tu librito en su elegante prueba de galera .pdf. Y si tan sólo te enviase el mío. No, claro. Eres demasiado importante para militar.

Te "desentiendes", porque tu trabajo es escribir, escribir a secas, no enterarte de qué escriben en otras partes del mundo. Leés lo que te sirven en tu plato los suplementos culturales, los blogs de los-que-saben, los reportajes, los metros de diccionarios, alguna cosa más. Es increíble lo culturalmente imbécil que pueden ser algunos escritores: se quejan de que "nadie lee", lloran contra el parcelamiento de los "países", pero son los primeros en poner los alambres junto a los postes de sus chacritas. Ah, lectores de verdad, gente que te va a destrozar con sólo hojear trece líneas, abiertas en cualquier lado. Lectores de Verdad, eso es lo que faltan. No "escritores de verdad".

Nadie, que no sea un imbécil, sabe lo que es un escritor "de verdad". ¿Quieres opinar? Opinemos. Tengo tickets y comprobantes, si hay que presentárselos después en la oficina a la Jefa.

El escritor-de-verdad: hienas que ríen en la sabana del common-sense. Básicamente sobreentendidos. Metáfora tras metáfora, sí, así se construye el monte de estiércol. Dejémonos de la pedorrada de "escritores de verdad", y mejor pasemos a lo que de verdad importa: ser Lectores de Verdad. Porque sin escritores "de verdad" por lo visto nos manejamos, y muy bien. Pero sin lectores de verdad somos lo más cercano al simio; y lo que obtenemos es lo más parecido a una cultura de holografía. Perdonáme, hermano simio, si te utilizo como símbolo del common-sense. Alma que ululas, ¡sálvate de mí!

Cómo hacer para conseguir estos libros. Qué se estará escribiendo allí. Reseñas, claro, te llegarán algunos chispazos a través de reseñas, ese quilomicrón regurgitado por el escritor, vuelto bolita de pan, cuando es entrevistado por un conocido, amigo del jefe de redacción del diario. Vaya, por allí vamos bien: los simios no tiene periódicos, podrían tenerlos. Los simios no tienen jefes.

Hermano, si querés te leo, pero prometo por lo menos destrozarte. Desafiáme. Hacé de mi cabeza el túnel a un inodoro, de mis ojos un portal sacrosanto hacia la simiedad. Make yourself a microwave. De lo contrario, no me jodas más con el "nadie-lee". Te destrozaré. Bienvenido al bombo. Replay.

miércoles, 25 de diciembre de 2013

No adoraréis la ideología

Karl Heinrich M. Navarro, un doctor nica especializado en doctores, publicó justo en el día de su cumpleaños, el 26 de Julio, del año 2012, un artículo-biblia de "opinión" en El Nuevo Diario, titulado "Poder y literatura" donde expresa muy campeonamente que deberíamos desideologizar la literatura porque es lo que ha dicho Harold Bloom. Bueno, en realidad todo el texto de Navarro es más bien un hitjob, otro más, dentro de lo que parece como un muy caldeado ambiente literario joven nicaragüense. 

El artículo de Navarro, que más bien se acerca a ser un gemelo de una finta intelectual entre mareros que un artículo medianamente serio sobre literatura, aparece como excusa defensiva en favor de la escritora Eunice Shade, y su texto "Algunos puntos sobre las íes";[1] en el texto de Shade se nos informa que lo esencial es La Creación, y además nos recuerda lo ignorante que somos y lo lectores-de-segunda-mano que seremos por haber tenido nosotros los mortales la mala suerte de no haber participado nunca de los grupitos literarios universitarios nicas, donde nacieron y se forjaron lo que en el futuro serán las obras maestras del continente americano. 

Parece que "no haber estado" en los grupitos de Shade o los de esa época [o quizá sea el que los mortales no hagamos performances] es el signo más claro de que uno es incapaz de escribir una idea: resulta que el monopolio del brillo y la ruptura pasa por estos grupitos, revistitas e iniciativas; y si uno no participó de estos es que llegó tarde a la repartición del cerebro mencionado brillo y la mentada ruptura. 

Shade Stop

Huelga decir aquí que Shade no necesita que la defiendan. De todos modos, punto y pausa de Navarro y con respecto de Shade, es preciso aclarar ahora mismo que es fundamental que esté, y que dé sus batallas, con los errores o vicios o narcisismos que sea que contengan. [Además, que levante la mano aquí algún fanfarrón que piense alegar el nunca haber cometido ninguno de estos vicios]. Al decir de Hegel-a-través-de-Gasset-a-través-de-Periquito-el-Aguador: "Tened el valor de equivocaros".[2] 

Además, la función de Shade -por lo menos para los que estamos afuera y nos quedamos "hueliendo el dedo" al mismo tiempo que nos rehusamos a participar de estos Nica Teen Idols de la literatura- es carísima a nosotros: muestra una de las campanas de los poderes, lanza sus críticas y nos advierte de lo coc[h]inada que puede estar la pudredumbre en el medio nicaragüense. Así que es fundamental que esté, que produzca, que se enfrente, le guste a quien le guste. Claro, al mismo tiempo nos trata de imbéciles y nos insulta intelectualmente al inferir que los machistas lo son porque "son ignorantes ya que no han leído a Deleuze, Guattari y Foucault", autores que, como ya podemos suponer sin equivocarnos, ella sí leyó y conoce al dedillo; y lecturas éstas, apuéstenlo, amigos ignorantes simios, cuyo ejercicio es la que la ha salvado a ella de ser machista, los salvará a ustedes si alguna vez las emprenden, y, sobre todo, los extraerá de su repugnante simiedad.[3]

Y, ni qué hablar, los tipos de presiones de grupo de poder y los ejercicios discriminatorios negativos los percibís con toda su fuerza si estás en la situación de Shade, y no en la situación de un bocón como yo, aquí muy fresco en Montevideo. Así que la situación de Shade la entiendo, su crítica la veo como muy necesaria. Es mil veces más útil la crítica de la sociedad machista como la nica que la coherencia interna intelectual. Me rechina un poco cuando en el plano teórico nos trata como estúpidos; pero creo tener la mínima sabiduría política de saber rescatar lo otro, que es más urgente y relevante, antes que enterrarlo por estar mezclado con chiquilladas intelectuales

Así que en ese sentido, no tengo ningún problema con Shade, y si alguna vez ella leyese esto -cosa que dudo-, la incitaría a ser todavía más contestataria, a producir más y a no bajarle el gas a la búsqueda de una fiereza auténtica, incluso si eso implicase "pegarle" a bocones como yo. El resto, es decir los insultos intelectuales y la pedorrada teórica, pues bueno, nadie es perfecto.

Navarro's Hitjob

Sin embargo, lo de Navarro sí es imperdonable.[4] El bombo de Navarro, además de sus publicaciones y toda su carrera profesional, es la de que es el primer y único doctor nicaragüense doctorado por la Universidad de Salamanca. O sea que Navarro sabe, en teoría, de lo que está hablando. El artículo "Poder y literatura" arranca así:

En Nicaragua ha existido siempre una ideologización de la literatura y de la historia

En términos exactos, esto no es más que el equivalente eufemístico de que la historia la escriben los que ganan, de acuerdo a sus condiciones históricas y a los dispositivos ideológicos que estos utilizan para explicar esas condiciones históricas y para proyectarlas en su imaginación hacia otros tiempos, tanto a la concepción del pasado con que operan como a la imaginación del futuro que desean proyectar. Por cierto que dejaré de lado la hipótesis de que quizá en casi cualquier país éste ha sido el caso, así que especificar que en Nicaragua ha sido así es menos que redundante; pero es mejor no ahondar en esta hipótesis.

Así empieza un artículo intelectualmente marero[5] que nos hace el gran favor, ya de entrada, de asumir algunas vetustas posiciones acerca del concepto de "ideología", a saber, la de Mannheim y la no-declarada de Marx. Asumo que Navarro ha desechado por irrelevantes las aportaciones al tema de autores más recientes que él ya leyó y conoce a la perfección -como lo ha constatado en otros lugares-, como Raymond Geuss,[6] Terry Eagleton,[7] Teun van Dijk[8] o Jorge Larraín[9], por nombrar algunos pensadores que han publicado libros casi introductorios al tema.  

 Al final del hitjob llegamos, en la mayor ideologización posible de ideologizaciones previas, al grito de reclamo en pro de que el canon de la literatura esté construido en términos estéticos, no ideológicos. Esto es, algo así como que el canon lo construyan robots, no hombres. Sólo la ignorancia de Navarro en literatura es la que propondría, a primera vista, esta robotización. 

Pero no nos equivoquemos: Karl Heinrich M. Navarro no es ningún ignorante, al revés, es un doctor doctorado y especializado en doctores, así que no es ésta la razón por la que propone un canon hecho por robots y una literatura contada por Harold Bloom y por cuanta rata rortyana hiperideologizada hay en la vuelta. NO. Lo que ocurrió -otra vez hipotetizo-, es que: entre hacer un hitjob a favor de su amiga y quedar como ignorante o mandarse a un inteligente silencio periodístico, eligió lo primero.

Así es como asistimos a un texto tendencioso, hiperideologizado, disfrazado de reporte histórico "anti-poder", a 750 palabras el córdoba cultural.

¿No sería mejor abandonar el escupa-primero y dedicarse, de una vez por todas, a escribir verdaderas críticas? ¿No es que en Nicaragua la crítica cultural es escasa? ¿No es que la literatura sólo ha estado atendida desde las carpas de la ideología? Si algo parece la carpa de Navarro es la de una rata rortyana hiperideologizada. 

De literatura infantil y juvenil y de maras de recreo ya está lleno el orbe. ¿Quizá no tenían recreos en Salamanca, y eran clases todas de corrido? ¡Rechanfles! Por otro lado, pienso que si con esas facilidades uno infecta el discurso público a través de un periódico de tiraje nacional, ¿qué carajos hago yo aquí? Claro, escupir.

Escupir, amigos guattaristas. Escupir.
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[1] Otro texto, también intelectualmente marero, lo podés leer de la pluma de Irving Cordero en El Nuevo Diario: se llama "La mitomanía de las generaciones literarias en Nicaragua". A Cordero, que aquí muy afiladamente habla en contra del proyecto de Ulises Juárez titulado #Los2000, se le olvidó "decirle que no" a Juárez para el ciclo 2013 de charlas de #Los2000, y uno podía verlo muy campeonamente platicando sobre su vida y sus textos junto a su auditorio. Por supuesto, Cordero re-cordó [no pun intended] al viejo Cordero y pidió, asumo, quizá me equivoco, que cualquier vinculación suya a #Los2000 fuese retirada, o sea, su imagen, charla, publicación, ustream, lo que sea. De todos modos, podés leer la divertida crónica previa a su charla en El Nuevo Diario aquí. ¿No hay algo realmente infantil y chapucero en todo estos tejemanejes, una especie de "American Nican [sic{k}] Idol"? Increíble. ¡Realmente increíble! Para quienes lo vemos desde afuera y NADA DE ESTO nos viene en prenda, es en verdad muy cómico y refrescante ver a estos chavalos en este comiquísimo escupa-primero, peleándose por las sobras de una "larga" tradición narrativa encarnada por obras como las de Sergio Ramírez, Lizandro Chávez Alfaro, entre otros, y, oh, por-dios-si-es-Dios, Rubén Darío. ¡Falange de Rubén, muestra tus espartas y atraviésalos!
[2] Este artículo de Onetti lo encontrás en sus libros de artículos recopilados recientemente por Galaxia Gutenberg; fue publicado en Marcha el 23 de junio de 1939.

[3] Yo, un mal simio, por ejemplo, como sólo he leído a Deleuze y Foucault, y tengo en espera los dos libritos de bolsillo de "Capitalismo y esquizofrenia", pues ni modo, soy machista e ignorante: sólo tengo dos de tres strikes en mi conteo. Pero ya los leeré, amigos ignorantes, y meteré ese tercer strike para ponchar al machismo. Ya los leeré.

[4] Para que veamos el tipo de nivel teórico e intelectual con que opera Navarro por lo menos en El Nuevo Diario -no he leído ninguno de sus libros-, y la clase de operaciones copadoras de espacios de crítica con estupideces y hemorragia verbal, podemos leer el muy reciente artículo de "opinión" del 24 de diciembre del 2013 titulado "Ideas, creencias y mitos en la política nicaragüense", cuya única y central idea, envasada en 748 palabras es ésta: el conflicto es malo y dialogar es bueno. Hay que recordarles a los lectores de este humilde ejercicio karlkrausista lo mezquina que puede ser la política editorial de El Nuevo Diario: te publican artículos que tienen hasta 750 palabras. Ahora imagínense a Navarro, una luminaria salmantina, contando palabras y recortando o, peor, sumando más palabras, para llegar lo más cercano posible al número mágico límite de 750. ¡Luciérnaga de 750, apártate de mi camino! Amigos ignorantes, no hay que decir en 748 palabras lo que se puede decir en 8: "el conflicto es malo y dialogar es bueno". Así es, estimados carniceros, como se cocinan los artículos de opinión en mi antiguo país.

[5] Como habrán adivinado, el artículo de Navarro tiene 747 palabras, sólo 3 menos que las de la Luciérnaga 750. Otra vez, amigos, no hay que decir en 747 palabras lo que se podía decir en 6: "Lean a mi amiga Eunice Shade".

[6] The Idea of a Critical Theory: Habermas and the Frankfurt School. Cambridge University Press, 1981.

[7] Ideology. An Introduction. Verso, 1991.

[8] Ideology: A Multidisciplinary Approach. SAGE, 1998.

[9] The Concept of Ideology. Hutchinson, 1979.

martes, 10 de diciembre de 2013

Reporte sobre el libro-boy-band "Vidas para leerlas", de Guillermo Cabrera Infante

Me trago Vidas para leerlas. El espectro de Fidel recorre el libro. Los protagonistas son los escritores cubanos -y sus allegados- compañeros de Cabrera Infante; hay algún visitante ilustre, como Federico García Lorca. Sin embargo, uno observa cómo sobre todos ellos pesa en el texto, antes o más tarde, el laconismo de la resolución de Fidel en una de las primeras reuniones entre los escritores y el gobierno revolucionario: "Dentro de la Revolución, todo. Fuera de la Revolución, nada". Ah, sí, esos eran los viejos tiempos: mandaba la guayabera verde y la boina, no el inmaculado agente de marketing.

Persecución a los homosexuales. Te morderán las armas de la moral. Carabinas ahorcadas contra un falo. Campos de concentración para homosexuales en el lagarto verde; la inocencia está perdida, ¡la inocencia está perdida! Parece que la mitad o más del canon cubano en aquellos tiempos estaba en letras, manos y vientres de homosexuales. Lezama Lima, Virgilio Piñera, Calvert Casey, entre otros. Guerra entre las Totalidades. La Historia se desparrama vigilante sobre los hombros de todos sus agentes. Los individuos han muerto, mientras Cabrera Infante agoniza en Londres.

Muéstrame una taberna, y te diré cómo escriben los hombres la Historia.

Boy-band Trolling


Troll, trolling rojo, colorado, londino-hormigón, de doble piso es tu casa-cuba, por favor, sí. Rugby me, Guillermo. Cricket me. Score a goal on me. Youtube me una vez más. Cabrera Infante también hace de troll [no pun intended]: nos enseña cómo cierto novelista "convertido en musicólogo" utilizaba secretarios para hacer la parte sucia de sus investigaciones, quedándose luego él con los créditos [carpenterianos]. Hoy poco ha cambiado; no hay caso: el secretario es siempre la cámara en una penumbra sin disparar.

Después, directamente nos dice lo mucho de "artista desagradable" que tiene Carpentier.

Lo mediocre que es Nicolás Guillén, mientras se pregunta por qué Pound era fascista y Guillén y Neruda comunistas, "es decir, igualmente totalitarios". No, Guillén era bueno, no: podía ser bueno; no lo fue: le cantó a la Revolución y ya no lo fue.

Tras el monóculo de Cabrera Infante, de noche y de día todas las bestias son pardas. Quizá es un error de monóculo.

Nos dice de El siglo de las luces que es "una novela profundamente contrarrevolucionaria", aunque a tambor batiente y dos páginas más abajo nos aclara que nunca la leyó.

Nos comunica, además, que Borges es ahora -ese "ahora" de 1980-, "el autor culto de los que no tienen cultura: el Homero del pobre". No sabemos hacia quién va ese trolling. También le entra a Borges cuando examina el idioma “español”[1], aunque termina lanzando una afirmación rotunda que, para los que hemos viajado por Argentina, nos hace preguntarnos si este pequeño país será menos o más grande que la provincia de Buenos Aires; en concreto, dice: “el único país donde no hay mestizaje idiomático en América es, ¿quién lo diría?, Argentina. Allí el dialecto es esa jerga atroz, el lunfardo...”, etcétera. ¡Formoseños, neuqueninos, tucumanos, antárticos, temblad!

End of trolling.

Good stuff

El espectro de Cabrera Infante recorre y se pasea como un domador -mitad victorioso y mitad tragado en su fiera-, por sobre el espectro de Fidel y la Revolución. Él no se doblará sobre el peso de un barbudo stalinista ni lo sorberán con premios consuelo. Cualquier infracción e intromisión sobre la libertad individual de un sujeto no vale más que en nombre de quien es cometida, así sea ésta una Totalidad teórica, como "el-pueblo-de-Cuba".

Todo aquél artista que accede a cooperar con alguno de los resortes de las instituciones revolucionarias cubanas -por más mínimo que sea el resorte, la tuerca o la arandela-, es una oveja, un halcón que bribonea por su migaja, un gendarme más, digno de morar en Der Prozess, y concubino con los verdaderos, auténticos gendarmes, como Ché, ese Ché falso.

O, por otro lado, será alguien demasiado debilucho como para resistir el ofrecimiento del churrasco crudo en la cara, y no quebrarse, no aceptar una agregaduría cultural o un trabajito de mecanógrafo, a cambio de poder escribir el resto del día. No tenerle miedo a la promesa o rumor o certeza del campo de concentración.

Yo daría mi brazo derecho [soy zurdo] por algún mecenazgo sin condiciones.

La situación es compleja, nunca podrá ser expuesta en los términos del maniqueo. Estamos a muchos años de esa coyuntura histórica. La posición de estos intelectuales y escritores ya no nos pertenece: el conflicto del hombre en nuestro tiempo, cuya narración sería el mejor servicio del escritor sobre la Historia, dejó de funcionar en los términos de Cabrera Infante. Los tres elementos son distintos en él con respecto de nosotros: ni el concepto de conflicto, ni la medida del hombre, ni la relación con el tiempo, son las mismas que las nuestras. Welcome, World of Warcraft.

Para Cabrera Infante el conflicto será la libertad. Nosotros tenemos -por ahora, en estos lados del charco- su libertad asegurada. Para Cabrera Infante el hombre es un sujeto. Para nosotros sólo es un instituto.[2] Para Cabrera Infante el tiempo es un discurso donde danzan y danzarán los hombres, una vez descubiertos los compases de la libertad [aquí faltó Agamben, parece]. Para nosotros el tiempo es un vapor, cuyo gas poco puede ya herirnos, embriagarnos. Quien nos hiere no es el vapor, el gas de nuestra temporalidad, sino la máscara con que raudos nos aprestamos a filtrarlo. No muere quien respira; sólo muere el que lo hace por la boca.

Bullshit! Nonsense! Por favor, Lector, acuérdate de descender de tu cubo de pedernal. 
 
Y sobre el concepto del hombre, ¿podré desplegar mi ong?

Doble sentido

En cierto sentido Cabrera Infante apesta. Y en cierto sentido se nos acerca para doler en la médula. Apesta cuando, como Vila-Matas, nos interioriza de las pequeñeces y burguesadas de escritor que va de aeropuerto en aeropuerto, detallándonos los encuentros casuales con otros escritores o editores que se cruzan a su paso. Señores: el hombre no es nunca este oficio.

Queridos amigos de siempre: la biografía del hombre no es más la representación del hombre. [Recuérdate de encargar unas magnolias a Leo Löwenthal en el Cementerio del Buceo, a media cuadra de la rambla montevideana; Löwenthal fue enterrado allí, después de amargos años retirados en esta parte de América del Sur.]

¿A alguien puede interesarle cómo ha conseguido un escritor de segunda su pasaje a París? ¿O cuántas tazas de café toma un editor? Sí: a lectores cuyos hábitos culturales son los del parasitismo pacato. Para aquellos que leen libros así, en plan de interiorizarse en la vida de los escritores, las claves de este libro en estos términos equivale a dos horas de televisor en horas pico o a un concierto de boy-band.

Si te interesa mi editora, te interesa la mujer de mi editora. ¡Piernas-afeitadas, cómeme! Seré tu jugo gourmet. Pero por favor, hermano Lector, no más trivialidades estúpidas de cocina.

La vida del escritor no es más interesante que cualquier vida. Es simplemente el escándalo de su libertad lo que la hace refulgir. Curioso es que al lector de a pie, aquél que lee dos a cinco libros al año [siendo uno de ellos un manual de tetas, o un manual de ropa de tetas], poco le importan estas bengalas. ¿Que Calvert Casey tartamudeaba? Haz fila, hermano, en el reino de los tartamudos. Si es por esta parte del texto de Cabrera Infante, libros así hay que olvidarlos rápido. Lo merecen.

Pero es por la parte que nos duele que lo recordamos. Sí, Borges será el Homero de los pobres, pero el hombre perseguido en su médula por ser el espejo de los perseguidores, ése hombre, es el Homero de los Borges. Si sos escritor, convendría preguntarse qué parte del poder estás reflejando. No te persiguen por tu obra; te persiguen por el haz de rectas que reflejas.

Si sos Lector, convendría preguntarse qué escritor estás reflejando.

Sustituyamos por un momento el laconismo totalitario de Fidel, y obtengamos: "Dentro del mercado, todo. Fuera del mercado, nada". Como Cabrera Infante nos demostró con Vidas para leerlas, y con el ejemplo de su vida misma: por lo menos de Fidel podías exiliarte. Hoy, en cambio, a donde quiera que mires, estás a un paso de la irrelevancia y a dos de una boy-band
 
[La muerte cultural. ¿Ha sido grave una caída, Ícaro de Cuba? La muerte cultural: es menos grave por Youtube.]

La solución, por supuesto, no es pedir por la aparición de un anacrónico Fidel local ni de un
ГУЛаг cultural, sino el desmantelar la coreografía capitalista de ese paso [pirateándola, por ejemplo], el ser intolerante con el kulturmarketing de los libros-boy-band.

¿Te gusta tu nombre en los periódicos? Continúa, amiguito. Continúa.

Pero para eso tendríamos que esperar nuevas Vidas para leerlas, que nos alerten de la cuestión en las columnas de los medios anti-mass-media como El País[3]. A los escritores no les interesa más que el vapor de sus salivas resecas, el bronceado cultural de su haz de rectas. Las vitaminas de la libertad. Son su acto de aterrizaje. A mí también me encantan las vitaminas de la libertad. Las pienso como la pista de despegue. En cuanto a mi vapor, qué decir de un nido de caries.

Páginas amarillas. Cabrera Infante Bizz. Servicio de cama solar. ¡Gafas! Just Play.
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[1] Cabrera Infante resume que el castellano no es el idioma de América, sino de Castilla, y que su única razón para imponerlo como el idioma americano es una razón política. El español es el idioma de España; y el castellano es el idioma de Castilla, que por coincidencia podría ser el español de España, aunque no de toda; y el español es el idioma de América española, pero sólo es el español que proviene de Castilla, una pequeña España oficial, no el resto de los idiomas españoles de España. 
 
[2] En otro lado hablarán de ti los bedeles de la escritura. A ellos, agradecer la institución del Hombre.

[3] Varios textos de Vidas para leerlas son en realidad textos aparecidos en medios masivos de prensa, y luego recopilados en forma de libro. ¡Original, amigo azorinista!

domingo, 8 de diciembre de 2013

Los oficios de la Totalidad

Poema-del-Hombre, ¡muestra tu escuadra antes de cortarme!

Ofrecerte, aforismo, ofrecerte para que seas la diana en la pesadilla de mi ofrecimiento. Pesadilla, vengo a otorgarte un manto, un muñeco, un cimarrón ensillado. 

Poema-del-Hombre, muestra tu escarapela antes de enfundarme en tu bolsa plástica.

En este país, ¿a quién le interesaría un libro sobre Managua? A nadie. La gente está muy ocupada en recordar The Beatles, industria-uruguaya. ¡Dentro de la cultura nacional, Todo! ¡Fuera de la cultura nacional, Nada!

Hay escritores escribiendo para sus familias, o para sus groupies; otros escriben porque no pueden costear un psicoterapeuta. Otros porque sí. El artista “florecería cuando está acorralado”, según Felipe Polleri. Nonsense. O Bullshit. ¿Y el psicópata? ¿El “oligarca puto”? Quizá la oligarquía es un arte del cual no estoy enterado. Bien, te acorralan en uno de los Baños de tu liceo, y enfrentas a dos gordos bullying que están a punto de convertirte en su querida por el resto del año: ¡amiguito, alégrate! ¡En el futuro serás un artista!

Debería estar prohibido para el escritor discutir sobre un amigo. De amigos discute cualquiera. De Beckett pueden hablar todas las muletas. ¡Y qué preso no conoce en detalle a Carlos Montenegro! ¡Pero ten las pelotas de discutir sobre el que temes! Hazme el favor de pensar sobre quien no entiendes, de utilizar la obra deslustrada. Escribir otra vez sobre lo que uno entiende ya demasiado bien: ¿cuál sería el mérito allí? Equivaldría a que un Tigran Petrosian repasase las tablas.

Hazme el favor de no empatar conmigo.

El sentido común dice que hablar sobre mala literatura es en un primer sentido darle legitimidad -porque, a pesar de ser “mala”, merece nuestro arcabuzazo-. El sentido común también dice que no existe mala publicidad. El sentido común también dice que con la indiferencia es como mejor entierras al que temes. Tres strikes.

Lo que no dice el sentido común, ese adorable peinado-a-fijador del hincha, es: cuál de los tres sentidos comunes utilizamos en un caso particular. El hincha es el totalitario de las masas. Juega a hacer política dentro de los pantalones de la policía.

Hermano Jacques, tú eres el policía. Por favor: lean todo Ranciére. Sólo léanlo.

Se pregunta Terry Eagleton, en La idea de cultura: cuál sería hoy el efecto observado en una sociedad que careciese de la cultura del deporte profesional.

Recientemente, en una discusión de salón con un profesor universitario nica, al citarle yo un autor incómodo para él, me respondió: "qué aburrido, citar y parasitar a otros". Con lo cual asumo que me quería decir que era un desmérito sentarse en los hombros de los gigantes y que, por supuesto, era evidente que yo no poseía ideas propias. Amigos: esos son los profesores universitarios nicas.

Como hablé de hinchas, debo revelarles que podría escribir todo un libro sólo sobre Beckett. Por suerte Beckett no necesita más libros acerca de él. Beckett debe ser la prostituta más utilizada y estudiada para escribir sobre uno mismo. Lo que necesita Beckett son nuevos escritores a quien temer. 
     Voy en busca de esos matones. 
          Beckett no me teme. 
               Matones, ¡voy por ustedes!

La masa del Geat Unread. ¿Quieres que te diga un secreto?: bien, tienes que ir a la calle Tristán Narvaja en Montevideo, tienes que caminar hasta la intersección de la calle Paysandú, allí unos árboles de manos nudosas se vuelcan sobre la luz de la intersección, tapándola por vergüenza [estará en la cadera de la calle la esquina de la Facultad de Psicología, y a los árboles les da vergüenza la madre, el placer, el desierto de lo Real]; avanzarás por Narvaja hasta encontrar la Librería Cooperativa del Cordón, que no es más que un corredor sucio tapizado de libreros y que se ensancha, agalponado, al fondo; recorrerás este corredor, bien, ya estás dentro de la librería. No se pueden ingresar bolsos, a menos que seas yo, u otro parroquiano del lugar. Avanzarás hasta el fondo de la librería, y en la esquina más profunda, a tu izquierda, en el último y penúltimo librero, vas a encontrar el más grande cementerio uruguayo del Great Unread. Ésta es la cultura nacional. ¡Ludovica Squirru, muéstrame tus tetitas!

¿A dónde van los libros del Great Unread cuando mueren?

Hoy estoy bien en mi nicho. Pero, ¿sabes?, a veces extraño el ser de alguna “cultura nacional”. ¿Tics de totalitarismos viejos? En el país donde yo me encuentro no existe el deporte.

La nación te incluirá cuando ya no le preocupes. Hoy estás bien en tu nicho, escribiendo y desmantelando todo libro. Mañana serás sólo la curvatura de un horizonte, indistinguible entre las piedras.

No digo como el poeta madrileño Rubén Darío, en "Lo fatal": no saber a dónde vamos, ni de dónde venimos. Sé perfectamente que provengo del Great Unread, y hacia éste regresaré. Hermano Heraldo, toca mis alforjas y dime si me delatan.

Me diferencio de las vedettongas literarias por el hecho de que sé de mi Great Unread. Los genes de la muerte es mejor conocerlos rápido.

Hermano Jacques, acompáñame. Librería Cooperativa del Cordón, ¡allá voy!

sábado, 7 de diciembre de 2013

Kilómetro 1

Sobre un blog, millones de blogs. La reforma cultural en su máxima expresión, apabullante cuando te expresas: te dices "Ey, me estoy expresando"; somos iguales y pares con los otros millones de seres expresantes. Primera parte, indisoluble parte, de la ilusión de la mass-democracy: igualados todos en el acto de expresión. Es el signo forense de la democracia como ilusión el hecho de que pensemos siquiera por un momento de que expresándonos arribamos a la igualdad. Lo que estaría en el núcleo de la perversa ilusión no es simplemente el cacareo de si, efectivamente, expresándonos todos nos igualamos, sino de que la igualdad es una condición aterrizable, y de que esta igualdad está compuesta de un vehículo discursivo.

Pensar en quien, al atendernos, reflexiona para sí "No por hablarme te miraré como par". Paridad no es tener voz. Tener voz es otra cosa: tener voz es tener presencia, no paridad. También los esclavos se hacen presentes, así como te hacés presente, huella digital en mano, vos, servidor público, para hacer la cola y marcar en el reloj infrarrojo de tu lugar de trabajo. No. Paridad es otra cosa. Paridad es la inexistencia de la condición de tener.

Yo no tengo Estado. Soy par de quien no tiene el suyo. El Estado me tiene. Soy par de quienes son tenidos. Aquellos que aman su Estado mientras son tenidos, esos no son pares míos.

Pero bien, dejemos pasar la idea de la masificación de la cultura como dispositivo igualatorio: ya que según parece nos hemos puesto todos de acuerdo de que el capitalismo es el fin. El fin último. Mejor indaguemos entonces en la cultura, por favor. Indaguemos en el helicóptero que nos llevará a la pista: no indaguemos sobre la pista; no preguntemos sobre la poesía del volar.

Libros, élite, mi viejo Adorno, escribir ya no es lo de antes, perfecto: prostituta adorniana, voy en paz a tu lecho forjado en capítulos. Uruguayos, temblad por la cama que habéis forjado. Al final de mi uruguayidad estará un Baño sin espejo donde no podrán pegarme ni observarme. Específicamente, no podrán pegarme. Observarme, ¡levanta tu pluma, poetastro!

Menos argumentatividad, más problemas: aquí lo que encontrarán será la caducidad del escribir. Menos argumentatividad, o sea menos Rorty; más problemas, o sea, más feria de Tristán Narvaja.

Por favor, golpeen a Rorty.

Adoro la feria de Tristán Narvaja. Durante dos años tuve la enorme suerte de vivir exactamente sobre ella, en frente de la Facultad de Psicología. Además de eso, tengo la enorme suerte de, cada tanto, asomarme por allí para alquilar una mesa a 25 uruguayos y ofrecer en venta mis propios libros.

¡Vendo mis libros! ¡Intermediarios, maestros de la distribución: vendo mis libros!

Ahora bien, hay algo de cerdo y de auténtico en esta calle tan hermosa que los domingos se abarrota de su feria: lo cerdo es simplemente lo insaciable de lo estético, de la exposición de los cuerpos: como cuerpo incluyo cada uno de los objetos allí expuestos, no sólo los sujetos. También hay algo caballuno en esta feria: Montevideo toda está recordada en esa feria. ¡Turista estúpido: la feria de Tristán Narvaja no es un libro escrito para ti! Pero un turista, un amigo.

¿Quieres que te recuerden? Ten tu caballo.

Sobre este blog, el ruido y la estática circundante. No expectativa, por favor. Hoja de ruta de las lecturas. Pensamiento de que las teletones pueden matarte si las dejas.

Higiene voluntaria de lo virulento y canceroso que tiene el ejercicio constante de la literatura. Tomo muy en serio la literatura: es mi trabajo. Observo de lejos a la vedette literaria y al intelectual alpedista [los nombraré, a todos los nombraré, señor censor]: y juntos marchan al encuentro del poetastro resentido. No me hallan sus cámaras fotográficas. No te resientas, poetastro: tú por lo menos lloras en la Alcoba de la cultura, de la que te barrerán cuando ya no seas necesario; estamos quienes, por menos, reptamos condenados en el Baño de tu historia. Ya estamos aquí, entre la ceniza olvidada. No necesitan barrernos. Pero vos, hermano, que temés de los diccionarios el que no te nombren ni te descubran. ¡Rápido: haz tu wiki!