domingo, 13 de octubre de 2019

"No", de Ercole Lissardi

Éste es el primer libro de Lissardi que leo, luego de que fui agasajado con una partida de sus obras (cuatro en total) producto de la FIL 2019.

"Agasajo" es una palabra demasiado osada para describir estos regalos. No es quizá el peor libro que he leído en un par de años, peleando el photo finish con  El arte del parpadeo, de Alejandro Ferreiro, La Princesa Primavera, de César Aira, y Miss Tacuarembó, de Dani Umpi. En todo caso, este libro de Lissardi hace que estas otras obras malísimas parezcan bastante más meritorias de lo que en verdad son, y sólo por eso creo que Lissardi debería ser editado y reeditado cada mes -that is, to give us the floor measure-. Por otro lado, me parece curioso que la resma de papel que contenía No siquiera haya salido de su cajón de escritorio, ya que es sin duda uno de los peores manuscritos originales presentados a un editor uruguayo en los últimos años. Que fuese aceptado y, efectivamente, publicado, habla de que en esos días (2010) el filtro de calidad de HUM sobre propuestas editoriales era casi inexistente. 

Dada la pobreza de este libro, esta entrada debería ser bastante corta.

Las figuras de Lissardi son llamativamente pobrísimas. La pobreza narrativa y la escasez de economía lingüística de Lissardi lo colocan apenas al nivel de elaboración de una charla de asado entre primos mínimamente letrados. Es evidente que el autor ha confundido la prosa sencilla o la prosa directa o la prosa dura con una enterorragia, la literatura con el vómito estúpido. Al personaje de Lissardi "se le cae el alma al piso", su ira es "con la bronca que me da perder", le gustaría "romperle un par de costillas para que se deje de joder", y olvidar a una mujer es más difícil "que sacar una mancha de alquitrán de una camiseta blanca". Su deseo por la mujer -que, traído de los pelos, sería el núcleo de la obra de Lissardi- hace que el narrador "se derrita literalmente por ella". Una idea "se me metió en el alma como un virus incurable". Y una mejora del tiempo es "Brisas delicadas y cielo todo azul", hasta allí se aventura el intrépido narrador de Lissardi. Desde el punto de vista técnico estilístico, equivaldría a una hora de charla de asado.

Realmente, da un poco de lástima. Y de risa.

De poética no podemos hablar, porque no tiene. En cuanto a lo ideológico y político del libro, el narrador que Lissardi nos propone en este libro es la imagen exacta de todo lo necrótico que podemos poseer hoy en un hombre: machista, misónigo, violento, abusador, cosificador, etcétera, un hombre que le explica a la mujer golpeándola. Lo peor de todo es que no es un mérito de Lissardi, en el sentido de que el narrador no ha sido construido así con el propósito de ser deconstruido, sino todo lo contrario: el narrador ignora todo sobre sí; es ciego a las estructuras de dominio que ha construido para sí.

Tengo entendido que Lissardi escribe "literatura erótica". El problema con No es que ni siquiera es literatura. No parece albergar en sí el más mínimo trabajo literario de alguien que supuestamente ha sido influenciado por Lezama Lima. Y tampoco es erótica. Se reduce a un parloteo de empleados públicos de estirpe machita sobre un objeto masturbador al que, por convención de Lissardi, en esta obra se le nombra con la palabra "mujer". ¿Mencioné que las dos mujeres que aparecen en todo el libro son, obviamente, secretarias, incluso "secretarita"? Es una charla que, si cualquiera de nosotros la escuchase junto al parrillero, raudamente calificaríamos de estúpida, hasta escrachable. 

Lo peor de todo, lo que se dice "peor", es que, según veo en la editorial, ya hay una "Biblioteca Lissardi". A Gustavo Cordera lo colgaron de una plaza pública por no sé qué estupidez expresada en una entrevista estudiantil; en cambio Lissardi ya posee una Biblioteca Lissardi, es jurado de premios literarios, y sabe nombrar a Lezama Lima, aunque no leerlo. No por lo menos con No.

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