domingo, 17 de mayo de 2015

"This Boy's Life", de Tobias Wolff

Libro ágil, sobre el que corrés básicamente en dos tardes, con sus interrupciones. Cubre, in media res, desde el año 1955, cuando Wolff tenía diez años, hasta una línea difuminada entre 1962 y 1963, momento en el que Wolff se prepara para alistarse con los Marines después de haber sido echado de un prestigioso colegio privado californiano (al que había accedido a través de una beca fraudulenta).

Los coprotagonistas de esta autobiografía novelada son, sin duda, su madre y uno de sus padrastros, Dwight. La potencia del relato está sedimentada no tanto en los bits de folclorismo cultural de la vida gringa en los años 50s -folclorismo éste que sin duda se siente palpitar a lo largo del libro-, sino en ese vals afectivo un tanto cruel que bailan su madre y el Wolff narrador. 

En realidad, es bastante difícil escribir sobre la madre de uno y no ser un poco ridículo o ya de entrada anacrónico y casi carente de interés.[1] Wolff lo hace medianamente interesante porque se acerca de forma oblicua al personaje de "Rosemary", sin ningún tipo de pornografía psicológica pseudopsicoanalítica -muy habitual en la literatura pop uruguaya de reciente cuño- y con la suficiente brevedad como para no gastar la influencia que todo el fantastma maternal ejerce sobre el narrador: el peso de la figura la sentimos flotar durante todo el texto, sin realmente imponerse ni ahogarle. La creación de esta especie de respiradero narrativo por parte de Wolff es un gran acierto, por el que le agradecemos nuestras horas invertidas en la empresa.

Técnicamente, el libro está perfectamente pulido, y encaja seamlessly en la gran tradición realista estadounidense. El estilo es tan idóneamente trabajado que no tiene estilo.[2] Se puede usar hasta de manual, cosa no muy lejos de la realidad de los actuales "creative workshops" de las universidades estadounidenses donde a gente idealmente sensible y esmerada -aunque un poco gandulera- se le enseña "cómo escribir", estimulando la creatividad y puliendo algunas reglitas.

En fin: un libro lindo para pasar la tarde, no muy aprovechable si estás buscando crecer como persona o como escritor. Bien escrito, legítimo, e indagatorio hasta la primera pausa; por suerte te dirá muchas cosas que ya sabés. Quizá hasta te alegres de que alguien "exprese exactamente lo que ya habías pensado".

Tiene lindas imágenes.
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[1] El único posible interés sobre un texto de alguien hablando sobre la madre radica en que uno no haya leído básicamente ningún texto anglosajón durante toda su vida, o en que uno haya tenido muchos dwights, y necesite revolcarse un poco más en toda esa suculenta hiel.

[2] Cfr. por ejemplo con Azorín, y su idea de que el estilo perfecto era el "estilo invisible", un estilo tan trabajado y naturalizado que se hacía invisible frente a nuestros más agrios gendarmes del gusto.

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